Los Leones de Jabir, creados por los alquimistas del sultán y llamados así por los letales cazadores de las llanuras, pueden adoptar muchas formas, no todas leoninas. Cada una es única y su velocidad y ferocidad casi inigualables los hacen ideales para aterrorizar los flancos enemigos.
Son especialistas muy respetados y valorados en el ejército del sultán. Manejan los grandes cañones del Muro de Hierro, minan las extensiones de la Tierra de Nadie y socavan las fortificaciones enemigas. Sus armas preferidas los hacen fácilmente identificables debido a las terribles quemaduras que tienen por todo el cuerpo.
Otra de las creaciones más elogiadas de los Alquimistas, el Toro de Bronce es un ser monstruoso capaz de partir en dos incluso al hijo bastardo de un demonio. Los armeros del Sultán equipan a los Toros con artillería pesada que ni siquiera los sobrehumanos jenízaros pueden levantar, y mucho menos usar en batalla: cañones de fuego, escopetas y espadas sagradas bendecidas por la Palabra del Gran Protector.
Criados a partir de niños capturados en incursiones en las zonas más allá del Muro de Hierro, son sometidos a un riguroso entrenamiento marcial, aumento alquímico y adoctrinamiento para convertirlos en los guerreros de élite del Sultanato. Se destacan en contraataques devastadores, aplastando formaciones enemigas de élite y como guardaespaldas de individuos de alto rango.
Reclutados en las múltiples provincias del sultanato, los azebs son expertos en simular huida y en combates de escaramuza, y utilizan el impresionante arsenal del Sultán para atacar a los enemigos mientras tropas más pesadas se acercan para matarlos.
Una orden legendaria de guerreros místicos temida en todo el mundo por su secretismo y crueldad. Los asesinos emplean rituales sagrados y poderosos alucinógenos para atravesar el tiempo y aparecer en dos lugares simultáneamente, atacando con una velocidad sorprendente antes de regresar al momento que había ocurrido unos pocos latidos antes, a salvo de cualquier represalia.
A cambio de la libertad de practicar sus artes esotéricas, los Alquimistas sirven en el frente, donde sus armas devastadoras, compuestos alquímicos y sirvientes artificiales purgan a los Incrédulos con una potencia calamitosa.
Los Mubarizun, que lideran desde el frente, son maestros en el combate sin igual. No solo se les encomiendan misiones de gran importancia, como buscar reliquias y conocimientos perdidos, sino que también se espera que den caza a campeones enemigos y los maten en combate singular.